miércoles, 17 de febrero de 2010

MEMORANDO 05: LA HISTORIA DEL CAMBIO TECNOLOGICO EN LA GANADERIA BOVINA COLOMBIANA Y LAS FORMAS DE HISTORIA CULTURAL

POR: RONALD GARCIA-NEGRETTE[1]

PRESENTACION

La justificación de realizar este ensayo se justifica en la medida de la necesidad de ir construyendo elementos para encontrar elementos diferentes para interpretar la historia, la cual es el motor de los grandes cambios económicos y sociales de la humanidad. Para reforzar lo anterior se comparte la afirmación de Boserup (1984) sobre que,

“La historia de la humanidad puede verse como una larga serie de cambios tecnológicos. Entre los mas cruciales citaremos el descubrimiento de la utilidad del fuego hace menos de 350 milenios, el inicio de la producción de alimentos hace más de 10 milenios, la construcción de centros urbanos hace más de 5 milenios, la invención de la industria mecanizada a gran escala hace unos cuantos siglos, y la invención de la energía nuclear hace una pocas décadas.
Algunos de estos descubrimientos fueron fruto de la casualidad, otros se lograron tras siglos de especulación y de experimentos dirigidos a la resolución de problemas concretos. Exceptuando los que datan de siglos recientes, las circunstancias que rodearon el hallazgo raramente son conocidas; a menudo no sabemos siquiera la fecha aproximada del descubrimiento ni la parte del mundo en que se llevo a cabo”.

Con base en este contexto se realiza el ejercicio de síntesis y análisis del texto de Peter Burke, Formas de historia cultural (2000), el cual será la base de la presente y corta disertación.

LA HISTORIA CULTURAL Y SU PAPEL EN LA CONSTRUCCION DE UNA HISTORIA DEL CAMBIO TECNOLOGICO.

La propuesta de Burke (2000) sobre los orígenes de la historia cultural involucra diferentes ámbitos como formas de la misma dentro de los cuales considera de forma explicita las historias de la lengua y la literatura, artistas arte y música, la doctrina, disciplinas, modos de pensamiento.
Esta desagregación introductoria de su libro lleva a pensar que de forma implícita que existe un planteamiento sistémico de la historia cultural, en el cual la suma de las partes es inferior a ese todo que es la historia cultural, lo que implica una postura también implícita en el marco de la teoría del materialismo dialéctico, pues la existencia de tales todos (Lange; 1975) esta relacionada con la naturaleza dialéctica de los procesos de desarrollo. En un sistema que constituye un todo aparecen contradicciones que impiden al sistema permanecer en estado inmutable. Las contradicciones del sistema inducen cambios que llevan a un reajuste que hace que las contradicciones desaparezcan, en el caso de la propuesta de Burke, esto es cierto parcialmente, pues en la historia cultural no se puede considerar una desaparición total en un momento del tiempo de las contradicciones, es más se considera que dichas contradicciones entre los elementos de ese todo que es la historia sociocultural es lo que garantiza que nunca este en un estadio inmutable, sino en un continuo proceso de desarrollo.

La posición de Burke de ver la historia cultural como un todo compuesto de subsistemas, el lo observa desde sus aporte positivos, resaltándose que (Burke; 2000: 36),

“La idea de que una cultura constituye una totalidad o, al menos, que las conexiones entre las diferentes artes y disciplinas son extremadamente importantes también subyace a uno de los principales logros de los estudiosos de la época moderna: el desarrollo de técnicas para detectar las falsificaciones. Tales técnicas se fundaban en una conciencia cada vez más clara del anacronismo”.
Si bien en el trabajo de Burke no aparece de forma explicita la tecnología y la importancia de su historia como parte integrante de la historia cultural, creemos que esta está implícita en lo postulado alrededor de la historia de las disciplinas, puesto que la historia de esta es también la historia de sus logros, errores y mentiras en esos desarrollos del conocimiento y la tecnología (Di Trocchio; 2005).

La historia del cambio tecnológico en el contexto de la historia cultural tiene un papel importante en la medida que se trate el como se origina, adopta, difunde e impacta la cotidianidad dicho cambio en términos de la liberación de tiempo de trabajo especialmente, lo que lleva a pensar en su contextualización en un espacio temporal y geográfico del mismo. En el trabajo de Burke esto se encuentra y formaliza en el campo de la historia de las mentalidades, siendo su aporte en esta perspectiva el considerar a dicho tratamiento histórico con respecto a tres rasgos distintivos (Burke; 2000: 207):

“En primer lugar, hace hincapié en las actitudes colectivas más que en las individuales y presta atención tanto a la gente común como a las élites educadas formalmente. En segundo lugar, no le interesan tanto las ideas conscientes o las teorías elaboradas como supuestos implícitos o inconcientes, la percepción, las formas de “pensamiento cotidiano” o “razón practica”. Y por ultimo, le interesa la “estructura” de las creencias, además de su contenido; en otras palabras, las categorías, metáforas y símbolos, como piensa la gente, además de que piensa. En suma, afirmar la existencia de diferencias en las mentalidades de dos grupos es mucho mas que señalar diferencias en las actitudes”.

Esto es valido que el campo de la historia del cambio tecnológico en las actividades agropecuarias, en especial la ganadería bovina, puesto que los cambios mismos no surgen en Colombia de una institucionalidad publica o privada organizada alrededor de la investigación y generación de tecnología, puesto que solo en la década de los 20 se crea la Granja Experimental de Palmira, hoy Centro de Investigaciones de Corpoica y solo en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) se crea el Instituto Colombiano Agropecuario –ICA-, hoy Corpoica[2].

Ese transito de una formalización institucional de la investigación agropecuaria, de una generación de conocimiento surgida de la praxis cotidiana y transmitida a través de una tradición oral de una generación de productores a otras
[3], que era lo que primaba en los periodos posteriores a la primera mitad del siglo XX, es un esfuerzo por racionalizar y legitimar la generación de conocimiento. En este sentido es valido lo anotado por Burke (Burke; 2005: 212):
“También la historia de la ciencia se han hecho repetidos intentos de problematizar la “racionalidad”, de abandonar la distinción simplista entre la “magia” irracional, asociada con el “otro”, y la ciencia racional, asociada con “nosotros”. De ahí el interés de las “formas de pensar” colectivas ya mencionadas, que pueden completar las explicaciones de la innovación científica basadas en la necesidad interna o el genio individual”.

Para el desarrollo de este ensayo, la anterior reflexión da elementos para la historia del cambio tecnológico, puesto que implica incluir en las categorías del análisis historiográfico, lo que en antropología de ha denominado el dialogo de saberes, es decir, considerar en igual jerarquía de lo tecnológico, el saber popular y el saber académico
[4], como fuentes de cambios en los procesos productivos, en este caso la ganadería bovina.

Aquí surge un elemento interesante en la investigación y que es tomado por Burke, y es el hecho que el proceso de generación y aplicación del conocimiento a una actividad productiva, que es lo que hemos denominado tecnología, termina siendo un puente por así decirlo entre el saber o ciencia, ya sea formal en términos institucionales y/o saber tradicional y la sociedad, lleva a que la historia del cambio tecnológico, no se clasifique de manera excluyente como parte de la historia cultural y tampoco como parte única de la historia social, sino que en cierta forma es compartida, por lo anterior la observación de Burke al tocar este problema es valida (Burke; 2000: 210):

“La primera observación que cabe hacer sobre la historia de las mentalidades es que algo debe ocupar el espacio conceptual entre la historia de las ideas y la historia social a fin de no tener que elegir entre una historia intelectual que excluya a la sociedad y una historia social que excluya al pensamiento”.

Esta consideración en cierta forma se cumple para el caso de la historia del cambio tecnológico, pues este enlaza el análisis historiográfico de cómo surgen las ideas para mejorar un proceso técnico y como este impacta en las estructuras y comportamientos sociales. Pues es la tecnología y su implementación el mecanismo histórico que enlaza parcialmente el mundo de las ideas y el mundo de lo social, en la medida la praxis de las ideas y su incorporación en la cotidianidad individual y colectiva, lleva a replantear el uso del tiempo liberado y el mayor excedente económico generado por la difusión de la tecnología en el tiempo y el espacio geográfico.

Dentro de la obra de Burke, se encuentran elementos que coadyuvan al análisis de la historia del cambio tecnológico, como son el caso de la historia de la literatura como integrante de la historia cultural, en el contexto colombiano la literatura costumbrista y en esa medida la obra de Gregorio Gutiérrez González, Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia
[5], que recoge no solo el proceso técnico de la siembra del maíz sino también las relaciones sociales que surgen a partir de esta practica productiva[6], pero esta obra literaria termina plasmando en un documento escrito una tradición oral de la técnica agrícola referida y las practicas sociales generadas alrededor de ella.

Esta relación entre literatura y tradición oral de la obra de Gutiérrez González, lleva a tocar un elemento importante en la obra de Burke, como lo es la historia como memoria colectiva y sus mecanismos de transmisión (Burke; 2000: 70) como son la tradición oral, los registros escritos, las imágenes, las acciones y el espacio en donde se ubican las imágenes.

Burke toca dos temas complementarios entre si como son las funciones de la memoria y amnesia colectiva, puesto que esto plantea el nivel de subjetividad tanto individual y colectivo de que se debe recordar y que se debe olvidar, en este sentido al relacionar este problema con las identidades sociales es interesante su planeamiento al respecto (Burke; 2000: 80):

“Dada la multiplicidad de identidades sociales y la coexistencia de memorias opuestas y alternativas (familiares, locales, de clase, nacionales, etc), conviene pensar en términos plurales sobre los usos de la memoria por distintos grupos sociales, que muy bien pueden y tener distintas visiones de lo que es significativo o “digno de recordarse”.

En el contexto del papel de la tradición oral y los documentos escritos que permiten construir una historia del cambio tecnológico, esto es básico, pues lleva a reconocer que la tecnología y su uso entra en el campo de las diferencias sociales existentes en el grupo social que la usa y las transformaciones mismas que genera al interior del grupo social, en este sentido se puede afirmar que la tecnología contribuye a la construcción de identidades colectivas, puesto que las formas de producción agropecuarias, que están mediadas principalmente por la oferta de suelos y climas existentes en un espacio geográfico se complementan con las practicas productivas no escritas y que se han transmitido en gran medida por la vía oral.

AL tocarse la tradición oral como parte de la memoria colectiva y en este caso en la transmisión de practicas técnicas aplicadas a actividades agropecuarias implica tener una definición, para lo cual, creemos valida la de Vansina (Vansina; 1968: 33):

“Las tradiciones orales son todos los testimonios orales, narrados, concernientes al pasado. Esta definición implica que no solo las tradiciones orales, es decir, los testimonios hablados y cantados, pueden ser tenidas en cuenta. Esto no es pues suficiente para distinguirlos de los testimonios escritos, pero si de todos los objetos materiales que pueden ser empleados como fuentes para el conocimiento del pasado”.

En este sentido el trabajo de Burke se puede considerar como un gran estado del arte, en el cual el autor inserta sus posiciones y apreciaciones acerca de la historia y su método, trasladándolo a un campo interesante como lo es el tratamiento de lo simbólico y lo que reside en la imaginación, lo cual le abre un mayor perspectiva en términos de involucrar elementos y técnicas de análisis, que permitirán tener una visión no circunscrita exclusivamente al campo de la historia económica y su método positivista, sino también el involucrar como la historia del cambio tecnológico sirve en cierta forma de puente entre la ciencia económica como sujeto y objeto del análisis histórico y la historia sociocultural propiamente dicha.

BIBLIOGRAFIA

Boserup, Ester. 1984. población y cambio tecnológico. Editorial critica. Barcelona. 357p.
Lange, Oskar. 1975. Los todos y la partes, una teoría general de conductas de sistemas. Fondo de Cultura Económica. México. 87p.
Burke, Peter. 2000. Formas de historia cultural. Editorial Alianza. Madrid. 306p.
Di Trocchio, Federico. 2005. Las mentiras de la ciencia. Editorial Alianza. Madrid. 469p.
Patiño, Víctor Manuel. 1992. Historia de la cultura material en la América Equinoccial. Tomo V, La tecnología. Instituto Caro y Cuervo. Bogota. 346p.
Montoya M, Rafael (Compilador). 1960. Obras completas de Gregorio Gutiérrez González. Editorial Bedout. Medellín.
Vansina, Jan. 1968. La tradición oral. Editorial Labor. Barcelona. 223p.
[1] Director del CEIDER
[2] Otra institucionalidad surgida en la ultima mitad del siglo XX es el centro de Investigaciones del Café, CENICAFE, que es un esfuerzo privado de la Federación Nacional de Cafeteros y el establecimiento del Centro Internacional de Agricultura tropical, CIAT, durante el gobierno de Misael Pastrana Borrero (1970-1974)
[3] Una relación histórica de la tecnología en mayor detalle y en forma de cronología se encuentra en: Patiño, Víctor Manuel. 1992. Historia de la cultura material en la América Equinoccial. Tomo V, La tecnología. Instituto Caro y Cuervo. Bogota. 346p.
[4] La compra de tecnología en mercados tecnológicos internacionales, las cuales no se considera irrelevante, pues la historia de los mercados tecnológicos es en cierta forma reciente, ya que solo en los últimos cincuenta años, en especial a partir de la revolución verde los productores colombianos accedieron a dichos mercados.
[5] Escrita en 1866.
[6] “y en efecto, la lengua poética de la “Memoria” es tan rica en indigenismos y dialectismos que aun los colombianos de Bogota necesitan recurrir a las notas lingüísticas que dos amigos del poeta agregaron a la edición de sus obras completas. Con todo, la “memoria” no es poema que viva exclusivamente de una provincia de nuestra América. El tema si es regional: Gutiérrez González describe como treinta peones y un patrono buscan en el bosque un terreno apropiado para el cultivo del maíz, como talan los árboles y luego queman el suelo, como levantan sus viviendas, siembran y defienden las semillas de los pájaros; como crece el maíz; como se recoge y se cocina. Montoya M, Rafael (Compilador). 1960. Obras completas de Gregorio Gutiérrez González. Editorial Bedout. Medellín.

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